Con el diagnóstico de diabetes, el paciente controla regularmente el nivel de glucosa con un glucómetro. Los carbohidratos provocan un aumento del azúcar en la sangre. Su porcentaje en la dieta de cualquier persona es del 55 al 60%, que es la norma recomendada.
Los carbohidratos se encuentran no solo en los dulces, sino también en los productos lácteos, cereales, verduras y frutas. Son una parte integral de una dieta saludable, por lo que es imposible eliminar completamente los carbohidratos de la dieta, y no hay necesidad de hacerlo. Al mismo tiempo, en la diabetes, es importante controlar la cantidad de carbohidratos que ingresan al cuerpo. Para hacer esto, asegúrese de leer la composición de los productos antes de comerlos. El valor nutricional de un producto viene indicado en el envase: el contenido de proteínas, grasas y carbohidratos. Cuantos más carbohidratos haya en la composición, más glucosa aumentará.
El índice glucémico (IG) puede ser bajo (hasta 55), medio (56-69) y alto (70 a 100).
El mismo alimento puede tener un IG diferente dependiendo de cómo se prepare. Por ejemplo, para el puré de papas, esta cifra es 85–95, que es un valor muy alto. Para las papas fritas, el IG cae a 60-75, y para las papas hervidas que han estado en el refrigerador, el IG es de 50. La diferencia es bastante significativa. La pasta, los cereales o las hojuelas cocidos tienen un IG más alto que los cereales integrales o las pastas que se comen semisólidos.
Para bajar el IG, los alimentos recién cocinados se pueden refrigerar y luego recalentar. Además, la adición de salvado al plato ayuda a reducir el índice glucémico.
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